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Las insólitas aventuras del pez

Chica de Terry, La

Cabalgaba a horcajadas, sin montura, libérrima las Playas del Bajo Franquismo a lomos de un caballo blanco. Estas amazonas (modelos extranjeras, o con aspecto inequívocamente foráneo) fueron uno de los mitos sexuales de la década. La versión hispana de la leyenda de Lady Godiva. Todos sabíamos que bajo sus livianas túnicas no llevaban ropa interior, puesto que si no el mensaje no sería congruente. ¿Una mujer sin bridas, una intrépida y lasciva walkiria con faja y sostén? Decididamente, no.

Los spots eran polisémicos. Amén de la alusión sexual/sensual de melena al viento, convivía la cabalgada en espacios abiertos, infinitos, solitarios (sólo el mar y el cielo) y libres, cuando los españoles padecían la dictadura del General y los agostos de benidorms atestados. La Chica no escapaba. Cabalgaba soberana, independiente y libre en busca de su destino. Pura subversión, que el Régimen no supo detectar.

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